¿Le tocaste la puerta a la muerte?

Cuando Jesucristo fue entregado por el Padre a la  humanidad, lo hizo para dar vida abundante… entonces ¿por qué morimos físicamente? Porque nuestro cuerpo es terrenal y pertenece al hábitat que se corrompió junto con nuestra decisión de desobedecer las leyes, las primeras, que al mundo le fueron dadas y de las que parten por las que hoy deberíamos regirnos según nuestra constitución.
Jesús al pagar la condena que nos tocaba, nos libertó del perecimiento espiritual para que el que así lo decida adquiera el regalo de la vida eterna por medio de su alma, que es lo que realmente somos, la envoltura: el cuerpo, ha de sufrir la consecuencia a corto o largo plazo, según decidamos. El momento de la muerte física del Salvador fue solo un despojo de la carne para entrar al mundo plenamente espiritual y entrar a la casa de la muerte y quitarle la autoridad a la dueña que la poseía, para que ya no gobierne más sobre la vida, quedando en dependencia del Ser Supremo y de todos los que en su libre albedrío toquen a su puerta.
El problema es que  Adán y Eva nacen, han crecido y mueren cada día. 

Los 365 días del año  optan por desobedecer las ordenanzas terrenales y las espirituales y con ese accionar invitan el Seol para que venga y abra el candado de su aliento de esta manera le tocan la puerta a la muerte que es lo que en esta Semana Mayor en la que conmemoramos el desprendimiento más valioso del León de la Tribu de Judá; y en diciembre cuando celebramos su nacimiento, vemos tantas vidas perdidas de manera drástica. Decidieron escuchar sus deseos al igual que Eva o decidieron convertirse en víctimas por medio de sus excusas como Adán.

Jóvenes, niños, sanos, recién casados, exitosos, adinerados, embarazadas… no importa quien seas físicamente, cuando quieres transgredir los límites establecidos invitas  a quien no quisiste que coincidir  y afectas a otros que nunca le llamaron, cumpliéndose lo que dice Eclesiastés 7:16-18Reina-Valera 1960 (RVR1960):
“No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo”.
Tu, tu y solamente tu tienes la decisión de temer a Dios como muestra de respeto a su palabra y amor. Decides si el bien te acompañe más allá de cada día, cada semana, mes y año, o si gustas experimentar las consecuencias de hacer lo contrario. El pecado es muerte. Ten presente que:
Si te embriagas, la llamas; si manejas imprudentemente la llamas; si fornicas, la llamas; si adulteras, la llamas… si matas, si robas, si mientes… ejerce tu sexualidad con toda libertad porque según tu propia ley y concepto es tu derecho, échate con animales y con personas de tu mismo sexo; ódiate que fue lo que te enseñaron en el mundo, que “eso es parte de tu vida”. 
No es mentira, esa es tu vida. Esta parte es tan verdad como que delante del que dio su perfecta  y justa vida por la humanidad, delante de Él nadie se presentará con excusas, ni a él se le presentarán con las leyes malditas a las que les llaman libertad.

El fin de esta carta es exhortarte a  que  analices tu camino, mires frente a qué puerta estas. Pero sobre todo define si realmente te amas… si no te amas, no te detengas, has todo con pleno gusto y llénate te placeres sin restricciones porque si no te amas ya tu estas muerto.
Ojo yo no puedo ni debo juzgar a nadie soy imperfecta que hoy te escribe las palabras del que sí es perfecto y que aun a mi me las tengo que aplicar.

Feliz regreso de vacaciones

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