Esperando a Godot
Así como suele pasar en nuestra vida real: lo que no nos
llega hoy, lo esperamos mañana y pasado, semanas, meses y año. Se va la vida y
aquello no llega, solo sirve como esperanza para persistir. Tal cual ocurre en
la obra teatral Esperando a Godot, una versión actualizada a la de Samuel
Beckett en Francia, 1952.
El domingo tuve la oportunidad de por fin asistir, luego de
las invitaciones no respondidas que me hiciera el talentoso actor Patricio
León, excompañero de estudios. Me encantó ver cuán loable en escenario, ya que
nunca había visto… ¡Enbuenahora! Luego
de varias funciones a finales del año pasado, el éxito llevó al equipo a dar
unas funciones extras a principio de este 2018, que tuvieron lugar en Casa de Teatro
Ciudad Colonial.
La esencia es la historia de dos vagabundos: Gogó,
interpretado por Pepe Sierra, y Didí, por Patricio León, quien además es el
productor de la misma. Ambos esperan a Godot, de quien la comunicación más
cercana es un mensajero que solo aparece para anunciar que no su amo no vendrá
hoy pero que si mañana. ¡En ambos hay
basta calidad!
Mientras tanto ocurre el tiempo tienen encuentros con un
aprovechado y cruel señor llamado Pozzo, caracterizado elegantemente por Omar
Ramírez y su esclavo Lucky, encarnado de forma magistral por Noel Ventura. En Pozzo no hay memoria de lo
que pasó el día anterior, lo que la obra se vuelve repetitiva cada vez que se
hace referencia del paso del tiempo.
Yo diría que es una recreación de la monotonía del afán
diario, de la vanidad de alcanzar lo que nunca llega, de la mente de la
ambición, de la realidad del desposeído y en Lucky se ve el miedo del que se
apega al maltrato a cambio de ¨seguridad¨ en él es un empleo, pero
perfectamente puede ser cualquier apego, humano, material…
¡Señores! Que el arte no solo es una película de Hollywood,
arte es un universo solemne hacia el disfrute. No supe que me gustaba tanto la
ópera hasta que fui a la última presentación de Plácido Domingo en el Teatro
Nacional… Descartemos luego de vivir, atrévanse a disfrutar de una obra
teatral, de un musical de valet clásico (muchas veces hasta más económico que
una entrada de cine es), a una exposición de escultura, pintura… las hay hasta
gratuita si el problema es el dinero. Engrandan nuestro universo mental, nos
hacen analizar, nos dan satisfacción… El arte también se disfruta en vivo y en
ocasiones es más emotivo.
Será hasta la próxima, si Dios lo permite.
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