El tesoro invisible

En la antigüedad los seres humanos tenían la ventaja de "tener" tiempo para meditar, experimentar y construir los pensamientos que tanto se repiten en nuestros días. La formación  educativa era limitada a quienes poseían estatus social, las mujeres por considerarse un ente para los quehaceres del hogar tenían la obligación de aprender TODO lo útil para el buen funcionamiento de cualquier casa: la suya o de la que fuera a ser sierva... ¿A dónde voy con esto?
Que hoy nuestros correos electrónicos se llenan de invitaciones a participar de cursos de todo tipo, online y presenciales, gratis y pagados... alguno los tomamos, otros no. Cuando hay que pagar priorisamos en lo que entendemos que nos sirve para ganar dinero o impresionar y en último plano lo que es básico, de donde surge el origen. Pero hasta ahí va todo bien porque sea cual sea el conocimiento siempre será un tesoro invisible para los simples pero para los que también lo buscan no.
El peor de los caso es quien lo busca conocimiento sino matatiempos, que no se limitan a los libritos económicos que estan siempre presentes en ferias de libro, calles y demás, sino a toda actividad sin importancia.

 En días pasados me invitaron a un taller de elaboración de whisky  de World Class y Whisky Lab, en Bottega Frattelli, cuya invitación la extendió Maeno & Co, "siiiiiiii" dije. ¿Por qué si lo que soy periodista y ni bebes? Porque todo conocimiento da vida, alegría y nuevas energía; precisamente fue la experiencia que viví en aquel curso de una noche que agrandó mis posesiones en el baúl del saber. Una creación que determiné el sabor que tendría y el nombre que llevaría: Mapeca: el galán de los whiskies.

Entre risas y risas lo creé, ojo, no risa de embriagues sino de entusiasmo y de imaginar qué tan malo quedaría. Nada que ver quedó exquisitamente bueno, y aun cuando quedara malo en sabor, el momento fue memorable.
¡La lectura es buena pero las experiencias son mejores porque tu eres el autor!

Feliz fin de semana!